viernes, 28 de enero de 2011

POR QUE CONTEMPLAR

La llamada a la contemplación, al contacto íntimo con la musica callada, pone de manifiesto  una realidad que  se actualiza profundamente en el hombre contemporáneo: el desasosiego interno ontológico. Este problema, que es universal, histórico y personal, origina las llamadas enfermedades del espiritu, generadoras de las ya conocidas patologías sistematizadas por la medicina moderna. Cuando se ha polarizado la vida sobre el dominio del conocimiento racional, de la técnica y la organización, imperando una visión cartesiana del mundo que considera la reducción de los elementos constitutivos mas importantes que el todo, se produce una ruptura en la comunidad de sentidos. El apego a los diferentes ritmos de consumo, la ausencia del control de los deseos, las dependencias a nuestras propias opiniones, al lenguaje, a lo mio, tuyo, tengo, quiero, produce la tensión interna que desencadena una crisis de la existencia.

El hombre al llegar a cierta etapa de su desarrollo individual descubre que su cautiverio total, en el seno de la vida condicionada por el tiempo y el espacio, asfixia a su ser absoluto, que esta mas alla de lo espacio-temporal. Estalla en el la posibilidad de discernir entre el cuerpo que se tiene, del cuerpo que se es. Con el cuerpo que se tiene no hay identificacion posible. Se le poseé y debe estar, como instrumento, al servicio y disposición del hombre. Si se deteriora quedan afectadas la salud, la eficacia y la capacidad de funcionamiento en el mundo. Si esta enfermo, los cuidados que reclama son asunto del médico, cuya ciencia esta en relación con el cuerpo que se tiene. Es el dominio del dolor físico, de la interpretación sintomática, donde se ve el cuerpo como algo independiente del hombre, y consecuentemente también, aislado del cuerpo que se es. El cuerpo es la forma por la que el hombre se expresa, se presenta, se niega o se realiza. Cuando solo se trata del cuerpo que se tiene, un calambre se considerará fisicamente como una contracción muscular. En cambio, en el cuerpo que se es, esa rigidez revela cierta disposición del sujeto, una actitud de desconfianza o de miedo, de resistencia o rebeldía. Aparece el sufrimiento como eje troncal del hombre de todos los tiempos.

Ante el miedo a la destrucción, la desesperación de lo absurdo, la tristeza del aislamiento, aquello que resulta inaceptable, solo hay una salida: comprometerse en la dificultad total, aceptar lo inaceptable. Decia el Maestro Zen Dogen, en el siglo XIII: "La vida... ¿a que compararla? / Al reflejo de la luna / en la gota de rocío / suspendida en el pico / de un ave acuática en vuelo". Cuando comprendemos que en la plenitud de la flor se consuman lo efimero y lo sutil, ingresamos en la participacion de una determinada dimension espiritual, percibimos algo que nos antecede y algo que nos trasciende. Se produce la integración de procesos en el devenir de la vida, donde la muerte es el ritmo, donde lo espiritual es tener un sentido totalizador.

El sentido del camino de la contemplacion se refuerza en las restantes "Nobles Verdades del Budismo": "Existe un mundo de verdadera libertad en nosotros mismos. Tenemos la capacidad de disminuir nuestros apegos y deseos y volver a la condición normal. El metodo, la vía, el camino para liberarnos de nuestras pasiones y ver nuestra auténtica naturaleza es el Sendero Octuple (el punto de vista justo, el pensamiento justo, la palabra justa, la accion justa, los medios de existencia justa, el esfuerzo justo, la memoria justa, la contemplacion justa)". Con la práctica de la contemplación, con la actitud del espíritu justa, las pasiones y los deseos disminuyen naturalmente. Las bases oscuras del sufrimiento se aclaran. El hombre se transforma en su totalidad. Se trabaja en la metamorfosis de un sujeto que se hace transparente al ser, y que en lo sucesivo vive de ese ser.












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